domingo, 21 de agosto de 2011

Delirios, mosaicos y cosas varias.



Me duele la cabeza, tengo fiebre y estuve una hora estirado en la tierra húmeda así que la coherencia de este texto corre serio peligro (mi salud creo que también), pero eso no debe interesarle al lector, debe interesarse sólo en mi intención que intentaré plasmar aquí, independiente del orden de las palabras, la puntuación y todas esas exquisiteces que la Real Academia nos enseñó cuando nuestros antepasados no sabían lo que era una esdrújula. Pero a mí no me interesan mucho esas cosas, así que al grano. He reflexionado, mientras mi temperatura corporal subía cuando yacía inmóvil en la tierra, que cada persona con la que hemos compartido algo más que un “Hola”, deja una huella imborrable en nuestra mente, y en nuestra vida. No importa que no te acuerdes conscientemente de esa persona, quizá hay muchas personas que pasaron por tu vida y tú no las recuerdas, pero quizá ellas sí a ti. O quizá no, quizá ambos se olvidaron completamente, quizá una noche después de llorar amargamente 10 minutos por esa persona, le dijiste a tu cerebro: “no conozco a este tipo, bloquéalo”, y tu cerebro obedeció. Y al amanecer ya no te acordabas… me ha pasado. Pero puede que, 3 meses después, una noche cualquiera sueñes con esa persona, sí, tu cerebro dijo que la había bloqueado y todo, ¿pero por qué soñaste con ella? Porque en un rincón de tu mente queda aunque sea un grano de arena, una pelusa, un aroma de esa persona que una vez habitó en tu corazón. Yo la llamaría “Teoría del mosaico”, pues nuestra mente, al menos en su sección “Social”, está compuesta no de tus pensamientos, no, está compuesta de pedazos que cada persona que pasó por tu vida dejó en ti. Cada ser humano que comparte con otro más que un saludo o un apretón de manos o una mirada, entrega una parte de sí mismo, se arranca una parte de su existencia para entregártela, y se pega a otras más, a las que otras personas te han entregado. Una experiencia, un beso, un trauma, un pensamiento profundo, un recuerdo, un abrazo, una bofetada, un grito, una lágrima, etcétera, podría gastarme todo un libro detallando todo lo que una persona puede entregarte. Es más que un mosaico decorativo, es tu enciclopedia de la humanidad personalizada, tu refugio y tu dolor. Puedes entrar y mirar una pieza del mosaico, y sonreír, o también llorar. ¿Por qué acabé hablando de mosaicos? No sé, no tengo la menor idea… ¿ven por qué este texto corría peligro? En fin, quizá a alguien le sirva todo esto que mencioné. Lo más hermoso de un mosaico es que la diversidad de cada pieza armoniza para formar una sola estructura, pero no deja de aceptar la originalidad de cada parte. Sin los pedazos oscuros no sería un mosaico completo, pero… ¿cuándo estaría completo? Nunca, porque nunca acabaremos de conocer personas que nos marcarán de una forma u otra. Eso, creo que me extendí mucho… voy por una pastilla.