Esta historia que les contaré,
osó un día suceder, pues de repente,
mis ojos vieron por accidente,
lo que ahora les narraré.
Caminando por un sendero solitario,
un día frío de invierno,
vi a un costado del camino,
a un corazón enfermo.
Presuroso me acerqué,
Con cuidado de no pisarlo,
con mis manos logré tomarlo,
y en mi manto lo refugié.
- ¿Qué sucedió, corazón?-,
pregunté cuando despertaba,
esperando que no se molestara,
a lo que respondió con desazón:
- Que me han herido de muerte,
ya muy enfermo estoy,
un fin para mí busco hoy,
espero mi dolor no te moleste-.
Conmovido por su situación,
ayudarlo yo decidí,
pues identificado me sentí,
con el dolor de aquel corazón.
A mi casa lo llevé,
allí el pobre corazón estaría,
20 noches y 20 días,
y a sanarlo me dediqué.
El día 20 de su estadía,
el corazón ya mejorado,
y su dolor ya sanado,
extrañado me diría:
- Oh, mi querido mesías,
¿Por qué alguien en este mundo,
en egoísmo tan fecundo,
de mí preocuparse podría?-.
Con ternura lo miré,
pues cariño le había tomado,
y su dolor me había tocado,
a su pregunta contesté:
- Porque mi corazón,
hace años he perdido,
y tu dolor he sentido,
pues comparto tu desazón...
Sé mi corazón,
pues en mí no sentirás
ese dolor nunca más,
lo prometo con decisión-.
Así termina mi historia,
pues los corazones sufren,
y es nuestro deber,
protegerlos de nuestra memoria.
sábado, 14 de agosto de 2010
viernes, 6 de agosto de 2010
Sin Título.
Esta lluvia duele, estas gotas queman...
Este dolor me hace llorar
lágrimas de cera...
¿Qué será de la noche?
¿Por qué está tan callada?
¿Será que no quiere...
saber de mí más nada?
Oh, cuán gélida y triste melodía...
que este corazón se niega a tocar.
El arpa que duerme en el regazo del infinito...
Interpreta la vibración de mi alma una vez más.
Ojos que me sumergen en un mar de ilusiones,
las gaviotas que vuelan desde el muelle,
harán de tu alma canciones.
Canción que brota de mi alma,
cual manantial de alegrías...
menuda cuna de tristezas.
Canto a la brisa para que lleve mi cantar,
a las más lejanas tierras donde puedas estar.
Para el corazón no hay fronteras,
para el amor no hay barreras.
Lluvia que quema mis ojos,
lágrimas que llueven desde el cielo...
limpiad mi alma de recelos,
hasta que en mi ser no haya más duelo.
La Luna ya observa,
a mis ojos que ya han callado...
Entiendo, al verla sonreír
que callada no había estado.
Río al verme ahí parado,
esperando una respuesta
que ante mí había estado.
El Silencio es el lenguaje de los Dioses,
pero las vibraciones del alma,
tejidas hacen canción...
canción que alzo desafiando al alba.
Canta, alma triste...
hasta que la tristeza se haga canción.
Hasta que puedas tejer con tus labios,
el lenguaje del corazón.
Este dolor me hace llorar
lágrimas de cera...
¿Qué será de la noche?
¿Por qué está tan callada?
¿Será que no quiere...
saber de mí más nada?
Oh, cuán gélida y triste melodía...
que este corazón se niega a tocar.
El arpa que duerme en el regazo del infinito...
Interpreta la vibración de mi alma una vez más.
Ojos que me sumergen en un mar de ilusiones,
las gaviotas que vuelan desde el muelle,
harán de tu alma canciones.
Canción que brota de mi alma,
cual manantial de alegrías...
menuda cuna de tristezas.
Canto a la brisa para que lleve mi cantar,
a las más lejanas tierras donde puedas estar.
Para el corazón no hay fronteras,
para el amor no hay barreras.
Lluvia que quema mis ojos,
lágrimas que llueven desde el cielo...
limpiad mi alma de recelos,
hasta que en mi ser no haya más duelo.
La Luna ya observa,
a mis ojos que ya han callado...
Entiendo, al verla sonreír
que callada no había estado.
Río al verme ahí parado,
esperando una respuesta
que ante mí había estado.
El Silencio es el lenguaje de los Dioses,
pero las vibraciones del alma,
tejidas hacen canción...
canción que alzo desafiando al alba.
Canta, alma triste...
hasta que la tristeza se haga canción.
Hasta que puedas tejer con tus labios,
el lenguaje del corazón.
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