Esta historia que les contaré,
osó un día suceder, pues de repente,
mis ojos vieron por accidente,
lo que ahora les narraré.
Caminando por un sendero solitario,
un día frío de invierno,
vi a un costado del camino,
a un corazón enfermo.
Presuroso me acerqué,
Con cuidado de no pisarlo,
con mis manos logré tomarlo,
y en mi manto lo refugié.
- ¿Qué sucedió, corazón?-,
pregunté cuando despertaba,
esperando que no se molestara,
a lo que respondió con desazón:
- Que me han herido de muerte,
ya muy enfermo estoy,
un fin para mí busco hoy,
espero mi dolor no te moleste-.
Conmovido por su situación,
ayudarlo yo decidí,
pues identificado me sentí,
con el dolor de aquel corazón.
A mi casa lo llevé,
allí el pobre corazón estaría,
20 noches y 20 días,
y a sanarlo me dediqué.
El día 20 de su estadía,
el corazón ya mejorado,
y su dolor ya sanado,
extrañado me diría:
- Oh, mi querido mesías,
¿Por qué alguien en este mundo,
en egoísmo tan fecundo,
de mí preocuparse podría?-.
Con ternura lo miré,
pues cariño le había tomado,
y su dolor me había tocado,
a su pregunta contesté:
- Porque mi corazón,
hace años he perdido,
y tu dolor he sentido,
pues comparto tu desazón...
Sé mi corazón,
pues en mí no sentirás
ese dolor nunca más,
lo prometo con decisión-.
Así termina mi historia,
pues los corazones sufren,
y es nuestro deber,
protegerlos de nuestra memoria.
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Improvisado?, está excelente Mr. acevedo, podría decir que hasta es un tanto Maldito-Romántico.
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