Cielo, ¿por qué estáis triste?
Nubes, ¿por qué lloráis?
Cántame notas de soles lejanos,
roza con tus labios mi nariz de plata mojada.
Cielo, ¿por qué estáis triste?
Porque mis lágrimas bailan en mi ojos.
Nubes, ¿por qué lloráis?
Porque dagas escarlata me desgarran mi alma cristalina.
Sol, ¿por qué dejas de ser Sol?
Porque... no sé.
Luna, ¿... Luna?
Oh, duermes aún en tu cuna de sombras azules.
Ocaso, ¿por qué no quieres abrazarme?
Indigno soy para tu aprecio merecer.
Noche, ¡asesíname bajo tu manto de plumas negras!
¡Trágame entre la niebla de carbón de oro!
¡Escupe mi retórica hasta quedar sin aliento!
Me golpeas cuerpo y alma con cada gota,
me deshago con el agua en silencio y amargura,
Porque yo soy...
El Hombre de Arena.
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