jueves, 13 de enero de 2011

El primer título que se me venga a la cabeza.

Es ese algo que no se puede describir con palabras,
algo que pasa bajo tu piel y rompe tus venas,
cual sentencia de muerte que se alarga por trámite,
canción que no tiene coro no final.

Por eso puedo volverme un lago o un pastizal,
volverme un hada o un demonio oportunista,
porque carezco de carencias,
porque con un rostro seco puedo armar una flor de agua.

Es indescriptible, pero ¿cómo lo estoy describiendo?
Dejando manar la sangre de la herida,
para que el veneno se vaya de mis venas con el paso de los días.
Porque esta vez el corazón dio vida a una emoción
y se ha arrepentido de no abortarla.

Una madre que da a luz,
a una roca con forma de hombre.
Puede criarlo para que sea un discóbolo,
o puede usarlo para adornar su patio.

Creo que olvidé mandar invitación a la coherencia,
bueno... debe estar durmiendo en su sedosa cama.
A la próxima ocasión que esté muriendo le llamaré,
así evito sangrar palabras sucias y sin sentido.

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