Perdona si mis manos de cera
te hicieron llorar,
yo sólo aprendí a dibujar estrellas
brillando en el mar.
No te lleves mis deseos,
llévate mis lágrimas,
y huye como una estrella fugaz
a bailar con las ánimas.
Grita tu deseo sin miedo,
hasta que el cielo desde lo alto
caiga en pedazos
hasta tu mano vuelto un canto.
Tengo miedo de dibujar tus ojos,
porque no quisiera verte llorar
lágrimas de arena plateada
que hasta el suelo húmedo han de escapar.
Tejiendo ilusiones al viento,
trato de construir mis alas
desde los escombros de la ciudad en llamas,
entre el fuego brotan las cálidas amapolas.
Del dolor que muere,
brota un botón
que un día fue deseo en flor,
que escurre entre las cuerdas del violín.
El suelo llorando está,
con sus lágrimas de lluvia
desde la tierra al cielo,
caen sin pausa entre la niebla escarlata.
De cara herida brota una flor,
al fin seré un jardín multicolores,
el sonido se detiene,
el silencio se hace canción entre las olas.
Lejos de las miradas,
en un rincón de la tierra
una vida nace,
bajo ella un pétalo se marchita al sol nocturno.
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