Hubo una vez un bosque hermoso,
donde los cantos de las aves iniciaban temprano,
que un día pasó de ser frondoso,
a ser un lúgubre y triste pantano.
Entre el fango y la penumbra,
blanca como la nieve floreció una Rosa,
"El Sol a este bosque no alumbra,
aún así me he de mantener hermosa".
Una tarde, cuando el sol cayó,
un gorrión azul sus alas agitaba,
desde el fondo del pantano un llanto oyó,
un sonido que de pena su alma mataba.
Sobre una rama seca el ave se asentó,
hasta ver un destello blanco entre la sombra,
"¡Sonríe Rosa blanca!" el ave cantó,
ella tímida sonríe, al fin alguien la nombra.
Enamorábanse pues sin ceremonia,
la Rosa y el Gorrión,
el ave sin más parsimonia,
inmortalizó su amor en una canción.
Como el tiempo cruel no deja de pasar,
cuando una tarde el Gorrión aterrizaba,
vio a la Rosa de pie agonizar,
la temida Muerte esa tarde llegaba.
El Gorrión sin titubear,
de raíz a la rosa blanca arrancó,
y para sus amores eternizar,
hasta el Sol el ave azul voló.
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