La gota de lluvia que nunca cayó al suelo,
sigue pendiendo de la punta de una hoja,
y las nubes están esta noche de duelo,
porque el ver a la gota agonizar les acongoja.
La gota llora y por ello desfallece,
porque sus lágrimas son de agua,
en su interior la angustia crece,
en su mente un plan de escape fragua.
Pero la gota se desangra con rapidez,
porque el agua es sangre en sus venas,
su rostro adquiere de a poco palidez,
las nubes no pueden cargar ya sus penas.
Las nubes gritan con rabia y pena,
y los gritos se vuelven rayos y truenos,
cada rayo el aire cercena,
pero la gota respira... cada vez menos.
Cae el granizo, la nieve y el rayo,
pero nada logra alcanzar a la miserable gota,
hasta que al fin con un súbito desmayo,
un suspiro de compasión a la agónica bota.
Estalla la gota de lluvia en el suelo,
que ya no es de tierra... es pavimento,
la muerte al menos le sirve de consuelo,
zapatos limpios pisan su cadáver a cada momento.
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